Si alguna vez has escuchado hablar de Alcalá la Real, o simplemente tuviste la oportunidad de acercarte, seguro que has escuchado hablar de la fortaleza. Hoy te cuento por qué te animo a que hagas una visita a la fortaleza de la Mota
Lo primero es que para ver la fortaleza, tenemos que llegar a un pueblo que se llama Alcalá la Real. Este pueblo, aunque pertenece a Jaén, está situado al borde de la provincia, pegando a Granada. Y sí, está más cerca de Granada que de Jaén, por lo que durante algún tiempo era difícil ubicarla. Hoy en día son muchos los alcalaínos que se dirigen a Granada para ir al médico o la universidad, por lo que se sienten más vinculados con esta ciudad que con la misma Jaén.
Podéis imaginar que el lugar donde está ubicada la hizo muy especial. Ya fuera por ser un lugar desde donde vigilar el entorno en época de guerra, o un punto estratégico para el mercado. La cuestión es que el cerro llamó la atención a diferentes grupos, de los que podemos destacar indudablemente a los musulmanes.
Llegados en el 713 d.C las tribus musulmanas son las que prosperan y edifican la ciudad amurallada. Tras idas y venidas, finalmente el rey Alfonso XI consigue en el siglo XIV la conquista de este puesto fronterizo. Tras un asedio, la fortaleza de la Mota queda, ya para siempre, en manos cristianas.
Con el tiempo, la ciudad fue viviendo diferentes etapas. Una de las más importantes será con la conquista de Granada. A partir de ésta, los habitantes del cerro irán bajando poco a poco a donde se ubica la ciudad actualmente. Buscando una vida más sencilla, dejan la protección de las murallas por la necesidad de vivir en una zona llana y con una fuente natural de agua. Y desde ahí, la ciudad irá creciendo hasta los límites actuales.
Por todos estos siglos, en el interior de la fortaleza actualmente encontraremos un entramado urbano con barrios diferenciados; aljibes, muy necesarios para la población que vivía entre muros; reproducciones que nos ayudarán a entender mejor la vida entre muros; y por supuesto, las edificaciones más llamativas de nuestra fortaleza: la alcazaba y la iglesia.
Como punto extra, en el recinto se puede encontrar un antiguo nevero y una galería secreta que también se puede visitar.
Empezamos con la alcazaba, donde veremos tres torres diferenciadas en la que destaca la torre del homenaje. Desde la parte alta de esta torre se pueden tener las vistas que una vez tuvieron los alcalaínos. Bajo nuestra mirada tendremos las sierras de Córdoba y su acceso por carretera; la sierra de Ahíllos y por lo tanto, la vecina Alcaudete (Jaén) y hacia el otro lado, la sierra más imponente de todas, Sierra Nevada (Granada).
Y es que en los días de buena visibilidad, somos afortunados pues podemos ver el magnífico paisaje de las montañas más altas de la península.
Tras esto, visitaremos la iglesia. Una iglesia abacial, independiente durante muchos años de los obispados cercanos. Esta iglesia compite en espectacularidad con la alcazaba. No en vano, su campanario es más alto que la torre del homenaje. Y al igual que la alcazaba, su interior nos podría contar mil historias de todos los pobladores del cerro. Incluso nos hablaría de los que estaban previamente a los musulmanes.
Y a partir de aquí, jugaré un poco con vuestra curiosidad y lo dejo ahí para animaros a visitar este conjunto monumental que además es Bien de Interés Cultural desde el año 1993.
Si además os animáis a visitarla, podréis contactar conmigo para cualquier duda, e incluso para realizar una visita guiada por el recinto.