Se acerca el verano y los meses en los que escogemos o nos dan las vacaciones, según sea el caso. Unos días en los que nos desconectamos de nuestro día a día, dedicamos más tiempo a nosotros mismos, a hacer cosas de casa o bien para viajar a otros lugares y tener un tiempo de descubrimiento y relax. Pero ¿sabemos qué implica esto? Hoy la cosa va de turismo responsable.
Me siento al ordenador para escribir esta entrada y ya presiento que se me va a hacer complicada. Últimamente vemos más palabras a las que se le agrega “responsable”, cuando algo como el turismo lleva la coletilla “responsable” muy probablemente debemos de analizar algunas de nuestras conductas porque hay algo que no va bien. Y sí, requerirá un esfuerzo por nuestra parte conseguir que algo mejore socialmente.
La historia del turismo es bastante interesante. Algo a lo que hoy en día estamos más o menos acostumbrados, era algo impensable no hace tantos años. Jornadas laborales más intensas, precios en general no asumibles e infraestructuras muy deficientes, hacían que no todo el mundo pudiera ir donde quisiera.
Con el paso del tiempo, se consiguió tener el tiempo y mejorar la posibilidad de viajar. De los más mayores, quién no suspirará con cariño al recordar el “600” cruzando España, sin aire acondicionado, para llegar al pueblo donde la familia lo recibía para pasar unos días fuera de la ciudad. Yo misma recuerdo viajar en modelos de coches más modernos, a veces con aire, otras no, y hacer trayectos de seis horas en lo que hoy se hacen en dos.
Y eso fue cambiando con el tiempo. Hoy en día cada vez más gente se pone en carretera, vuela o escoge cruceros para tener experiencias nuevas y descubrir lugares nuevos. Eso ha tenido una parte muy positiva, y es que mucha gente ha podido encontrar un nicho de mercado y un modo de vida. Pero también nos ha llevado a algo muy negativo, que cada vez escuchamos como nos disgusta a nosotros mismos: el turismo de masas.
Este turismo ha implicado mucho más consumo de combustibles fósiles, de terrenos naturales que se han perdido, aumentos de desperdicios mal gestionados y por qué no, ha hecho que la experiencia turística en muchos casos se haya visto mermada.
El turismo responsable es una idea que pretende que nuestros movimientos, nuestro ocio, tenga el máximo de resultado positivo, reduciendo o eliminando su lado negativo.
Lo más importante es concienciarnos sobre nuestra huella y nuestro impacto, luego habrá formas en las que podamos actuar para reducirlo o eliminar el turismo más abusivo.
la población local. Es decir, no hagamos un turismo de “aquí te pillo, aquí te mato”. Investiguemos sobre la cultura, patrimonio, tradiciones del lugar, lo que está bien o mal visto y respetemos. No hemos llegado a un lugar a que vean cómo nos comportamos o cómo hacemos nosotros las cosas, hemos llegado a un lugar para aprender y ver algo que no tenemos en casa. Y por supuesto prioricemos la compra de producto local para ayudar a la población a que se beneficie de nuestro viaje. Dentro de esto también están los viajes solidarios o voluntariados donde a parte de disfrutar de un lugar nuevo, participarás de forma activa y positiva en la población que visites.
Esta idea debe de comenzar de forma individual, por uno mismo, para que poco a poco la sociedad se haga más responsable. Estoy segura de que si alguien años atrás se hubiera acercado a nuestros padres para decirles poco menos que estaban locos, les hubieran dicho que lo normal es ir siete personas en un coche y sin cinturones y que eso «se había hecho siempre». Así que hoy mi granito de arena para animarnos a que mejorar las cosas, y que mientras esté en nuestra mano, algo que es un gusto o necesidad no debe convertirse en un problema para las generaciones futuras nuestros hijos y su descendencia.